lunes, 20 de julio de 2009

Burgos


Este pasado fin de semana lo he pasado por Burgos, viernes y sábado en la capital y el domingo por la comarca de La Bureba.
Lo primero indicar que hacía muchísimos años que no pasaba por la ciudad castellana, y que era como si fuera por primera vez. El viernes a media tarde, cuando llegué, me di un paseo por la ciudad y comprendí que me iba a hacer algo más de ropa de abrigo porque la temperatura era de 10 grados y yo no iba preparado para ese frío. Tras comprar algo en rebajas y ponerme capas como una cebollita reanudé el paseo por el centro de la ciudad.
Al día siguiente es cuando pasamos a visitar lo más destacado:
Catedral: Se puede decir que es el símbolo de la ciudad y no es para menos. Fundamentalmente gótica, aunque tiene añadidos posteriores, es una obra digna de verse y de compararse con cualquiera que yo haya visto. En la actualidad se encuentra muy restaurada, y quizá eso lo quite algo de ese gusto añejo que podría tener si no estuviera tan limpia. Imprescindible.
Arco de Santa Ana: Una de las puertas antiguas de la ciudad, y por la que se accede a la catedral, con lo que pasar por debajo es casi obligatorio.
Castillo y mirador: Se encuentra en la parte alta de la ciudad y no entramos, pero desde allí se puede ver toda la ciudad.
Cartuja de Miraflores: El domingo recalamos en ella, pero había carrera ciclista y temimos quedarnos allí retenidos más tiempo del necesario por lo que solo la pudimos ver por fuera. Se trata de un templo gotico, ubicado a unos 4 Km de la ciudad. Queda pendiente para otra ocasión.
Monasterio de las Huelgas: Este lugar era el que tenía más ganas de visitar. Tumba de Alfonso VIII y su mujer Leonor de Plantagenet , así como de muchos nobles y algunas de las abadesas del monasterio. El templo es de origen románico aunque ha perdurado más el gótico. Se puede visitar la iglesia, varias partes del templo interior donde todavía viven monjas de clausura, el mausoleo real y varias estancias más, así como el museo donde se guardan trajes de la época, algunas armas y sobre todo el pendón árabe de las Navas de Tolosa.
Solo se puede entrar con visita guiada, y la verdad que no fue del todo de mi agrado, ya que parecía que la anécdota era más importante que el hecho.
La ciudad: Ademas de lo indicado, es recomendable darse un paseo tranquilamente por el casco antiguo, donde hay varios palacetes, arcos e iglesias que se pueden visitar, así como paseos arbolados.

No puedo dejar de recomendar un lugar donde cenamos el viernes. Lo encontramos de casualidad y fue su decoración lo que me llamó la atención, con cencerros colgados del techo y mesas de madera, "el típico mesón de pueblo". Se trata de El Mesón la Cueva, donde están especializados en Cocina castellana. Se encuentra ubicado junto a la catedral. Recomiendo reservar porque suele estar lleno y a nosotros nos atendieron por casualidad ya que le quedaba sólo una mesa libre. En su tarjeta indica que tiene la medalla al mérito turístico y premios de restauración en 2002 y seguro que bien merecido porque me comí un cordero increíble y a un precio muy ajustado, muy barato si lo comparamos con precios del País Vasco. En el piso superior se puede cenar viendo la Catedral iluminada.

Lo dicho, una ciudad donde pasar un magnifico fin de semana.

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